Una posibilidad entre millones.

No nos engañemos, por mucho que hayamos ganado a millones de espermatozoides* en la carrera por entrar en uno de los óvulos de nuestra madre, es decir, a pesar de tener una posibilidad entre millones de haber hecho algo (y lo hemos hecho), que, por probabilidades no volveríamos a lograr ni aunque viviéramos miles de vidas; a pesar de todo ello, sabemos que somos los grandes perdedores: nos toca vivir.

*cada eyaculación comprende entre 60 y 500 millones de espermatozoides.

2 comentarios:

puck dijo...

Sperman.

Su útero era como un vaso modernista de cristal y tenia el cuello largo con adornos de plata helada que la sangre golpeaba. A su vez la simiente del novio estaba compuesta por veinte millones de espermatozoides de color rosa, verde y azul. Ambos acababan de hacer el amor a media tarde, pero ella no había sido aun fecundada. Cuando se levanto de la cama esta chica se fue a la calle llevando en el vientre varias constelaciones de células masculinas que pugnaban entre si con la cabeza por alcanzar un ovario. Todas se hallaban ahora en la línea de partida con idénticas posibilidades de éxito, aunque al final solo la más brava saldría victoriosa. Aquella simple eyaculación habría bastado para poblar un extenso país si cada espermatozoide hubiera conquistado un ovulo dorado donde anidar. En el laberinto de la carne, peleando duramente por existir, la muchacha transportaba futuros obispos y proxenetas, coroneles, obreros y científicos, una cantidad algebraica de asesinos, artistas, capataces y mucha morralla de uno y otro genero, proyectos o larvas de todos los ejemplares humanos que constituyen la sociedad.

La fecundación se realizo en el crepúsculo, mientras la chica tomaba un refresco de menta en el bar. Aquel espermatozoide se había comportado con suma fiereza durante la escalada y en ese instante se encontraba ya arrastrando a un ovulo por el cuello del útero con ribetes de plata, y al caer unidos en el fondo del vaso sonó una nota de cristal, a modo de diapasón, que inicio la melodía de Scarlatti. El ovulo de oro y el espermatozoide azul bailaban y sus pasos de minué arrancaban de las paredes del recipiente modernista notas purísimas de clavecín. Todo hacia presagiar que esa hermosa danza engendraría a un ser lleno de fuerza o belleza. Nueve meses después nació un niño que con el tiempo llegaría a doctorarse de peón de albañil. En vida fue siempre un pobre subordinado. Nadie lo hubiera dicho, ya que en la concepción libro una brillante batalla contra veinte millones de adversarios. Salio triunfador y no le sirvió de nada.

Manuel Vicent. Arsenal de Balas Perdidas.

Unknown dijo...

kitsch!
que bons els 3 últims posts... sobretot em quedo amb aquest!
genial genial!
què tal les vacancetes?
mua!